"El
Sendero del Sol"
(Parte III)
A la
madre no le gustaba tanto las felicitaciones, pero el padre orgulloso decía:
-Imagínate
mujer, todos nos felicitan como si hubiera nacido un Americano, el nos va a
sacar de nuestra pobreza, él es de la suerte, a él lo vamos a tener como un
respaldo a nuestra vejez.-
La
Margarita, hija del zapatero del pueblo, una solterona aficionada de tocar
violín, con sus notas apasionadas llenaba la vecindad con una nocturna dulzura
de un mundo desconocido, lleno de ilusiones utópicas americanas. Margarita
felicitó a los padres, les apretó fuertemente la mano y les dijo:
-Yo me
encargo de enseñar a Maki violín, así cuando llegue a América va a estar bien
preparado.-
Doña
Pepa, la vecina, que era la dueña de las dos cabritas que con la leche de ellas
crecía el niño vino a felicitarlos y dijo:
-Me voy
para mi casa, les deseo todo lo mejor del mundo, voy a preparar algo de comer
para mi marido, no tarda en venir de la montaña, con su burrito cargado de
carbón.-
La
ultima en salir fue una viejita, hija de un fallecido panadero. Abrazó al niño,
lo levantó y le dijo:
-Ahora
con el misterio de bautizo te hiciste un buen cristiano, te salvaste del pecado
de nuestros antepasados, según las escrituras.-
El
padre la miró enojado le quitó el niño y le dijo:
-Ya
basta, buenas noches Sra. Mi hijo no tiene pecados.-
La Sra.
Salió con pasos lentos quejándose, dijo que le dolían las piernas, tenía
artritis, y un montón de cosas más, las que acompañan siempre a la vejez.
Pasaron
los años, Maki llegó a la edad de ir a la escuela, siempre enfermizo, pálido y
flaco. Debe ser por el húmedo clima del pueblo, que en el invierno cuando
comienza a llover llueve sin parar días, y semanas enteras, comentaba el padre,
hablando solo tratando de dar una explicación por sí mismo a las enfermedades
de su hijo.
Maki
siempre se iba a la casa de la hija del zapatero y ponía atención como ella
tocaba el violín. Se quedaba extático, soñando tierras lejanas, a la misma vez
miraba al zapatero arreglando zapatos viejos que le traían la gente del pueblo,
poniéndoles tacones y suelas de caucho de llantas viejas, o haciendo sandalias
(caites) para la gente del monte.
Comenzó
la segunda guerra mundial, los invasores italianos se apoderaron de las Islas
Jonicas, una de ellas Kefalonia, en la que vivía Maki. Los alemanes se
apoderaron de la más grande Grecia.
Hambre y miseria se apoderó de todo el pueblo, toda la
isla, toda Grecia, la discordia entre los partidos políticos, la guerrilla
escondiéndose en las montañas, peleando contra los invasores y contra los de
afiliación de partidos opositores, generalmente entre derechistas e
izquierdistas. Todas estas cosas hicieron una vida de infierno para los
habitantes del pueblo. Uno no podía estar seguro de nada, si el día siguiente
iba a amanecer con su cabeza en sus hombros. Las matanzas eran frecuentes entre
sí por un poco de comida, o por cualquier otra cosa, la anarquía estaba en su
poderío máximo. La iglesia tomó la oportunidad para dar esperanza a los pobres,
a los enfermos, a los combatientes.
El cura
decía el sermón dominical, en su homilía predicaba pidiendo a la gente de tener
paciencia tener fe en Jesús, pero no tenía solución para el hambre, la miseria,
las matanzas, la discordia, los robos, entre los mismos habitantes del pueblo.
Maki se iba todos los domingos a la iglesia junto con los demás chicos de la
escuela, decía el Padre Nuestro, recibía (antidoro) la hostia, en vano esperaba
la guía del Espíritu Santo para sobrevivir al hambre, en vano fueron las
misas para pedir ayuda a Dios, con todas estas ceremonias no se llenaba el
estómago.
Continuará
Continuará
2 comentarios:
Dear Gabriel,
It's a wonderful story, and it's really fun to read it in Spanish. You write so well!
Many thanks!
Love to you and Ortencia,
Caroline
Dear Caroline, Nick
Gracias por visitar mi pequeño mundo, lleno de experiencias alrededor del universo, relatos en forma de novela.
Saludos
Gabriel
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