jueves, 31 de octubre de 2013

"El Sendero del Sol" (Parte IV)


"El Sendero del Sol"
(Parte IV)

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En la casa de Maki al anochecer cerraban la puerta, las ventanas y con la luz del candil trataban de leer algo para pasar la hora, su madre trataba de remendar vestidos viejos con una maquina de cocer, bajo la luz de una lámpara de petróleo, la única que había.
En el árbol de ciprés que estaba en el patio de la vecina la dueña de las cabritas, todas las noches volaba y se paraba una lechuza, comenzaba a cantar un canto triste, monótono, parecía que venìa del reino de hado.
-Este es un mal agüero, dicen que cuando las lechuzas cantan, viene desgracias en la casa, y se queda en ruinas.- dijo la madre.
-Tonterías, las lechuzas vienen atraídas por la luz de la lámpara que sale por la ventana,- dijo el padre. Solo tengan miedo cuando vuela sobre la casa el pájaro negro.
-Que nos ayude Dios, no sé, porque, pero tengo un presentimiento feo- dijo la madre.
El día siguiente, al amanecer, la hermana más pequeña de Maki, despertó llorando, se levantó con miedo y fue a su madre y dijo:
-Madre, tuve un sueño tan feo que tengo miedo contárselo.
-Mi hija eso es solo un sueño y nada más, ¿pero dime, que soñaste?
-Soñé que los guerrilleros habían agarrado al padre lo encadenaron y lo llevaban preso, en el camino un pájaro negro, lo atacaba para sacar sus ojos, y el movía la cabeza, de un lado al otro para evitarlo.
-No crean en los sueños- dijo la tía Emma que estaba sentada a lado bordando un pañuelo. Trató de reír para dar ánimo pero no pudo.
Parecía que un presentimiento de algo mal que venía los acaparó a todos. Trataron de no pensar más, al oscurecer alumbraron el candil del aceite, y la tía dijo:
-No tengan miedo de nadie, los invasores se han ido, paisanos gobiernan el país, vayan a la cama y les voy a contar un cuento de la caperucita roja. Apagaron el candil, un olor de mecha quemada con aceite llenó el cuarto.
El día siguiente amaneció con un sol brillante, aunque todavía hacía frío, era primavera y los árboles de almendras estaban llenos de flores, dispersando un aroma de un paraíso imaginario. Los pajaritos en parejas cantaban mientras construían sus nidos.



Continuará


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